Siempre es bueno recordar que el cáncer de próstata es el más frecuente entre los varones y la tercera causa de muerte por cáncer.

Pese a los esfuerzos de las autoridades y de la comunidad urológica porque nuestros pacientes se hagan sus revisiones puntualmente, todavía hoy acuden a nuestras consultas pacientes con cáncer de próstata en estadios muy avanzados, incluso con metástasis en huesos o ganglios.

Asistimos a una revolución en el tratamiento del cáncer de próstata avanzado. En el año 2014 se comunicó en el congreso americano de oncología que la unión de quimioterapia y hormonoterapia clásica aumentaba la supervivencia de los pacientes metastásicos. Se pensó en una posible relación sinérgica de los mecanismos de acción de ambos tratamientos. Desde entonces todas las guías de buena práctica clínica recomiendan el tratamiento combinado para nuestros pacientes. En el año 2017, en el mismo congreso americano y en la revista más prestigiosa de la medicina clínica (el NEJM) se presentan los datos de dos estudio que consiguen aumentar la supervivencia de manera espectacular en los pacientes metastásicos cuando se añade al tratamiento hormonal clásico una superhormona llamada Zytiga ®.

Pero además el grupo de la Universidad de Colonia publicó recientemente unos excelentes resultados de la cirugía prostática para los pacientes con metástasis y otros grupos están apostando el valor de la radioterapia sobre la próstata y sobre las metástasis. El sentido de estos tratamientos es claro. Para explicarle a nuestros pacientes el sentido de estas líneas de tratamiento pondremos un ejemplo. El cáncer se comporta como un cártel de la droga, la muerte del cabecilla o del líder debilita al grupo y lo hará mucho más vulnerable. De igual modo en el cáncer pensamos que la resección del cáncer padre u origen debilitará a las metástasis y aumentara la sensibilidad de las mismas a los tratamientos hormonales y quimioterápicos. Lo urólogos de Urosalud se sumaron desde un principio a estas opciones de tratamiento y consideramos que hay muchos motivos para ser optimista, incluso en aquellos pacientes a los que diagnosticamos la enfermedad en un estadio más tardío.